Por monseñor Jorge Lozano, Arzobispo de San Juan

«Cada año dedicamos una jornada para destacar personas, oficios, tareas en la sociedad. El día del padre, junto al de la madre, son de los más significativos, a mi humilde entender.

Este domingo evocamos a los papás. En ellos vemos a los que engendran la vida en un sentido biológico. Pero si sólo nos quedamos allí no hacemos honor a la realidad y nos perdemos otras dimensiones fundamentales para el desarrollo y la felicidad del hijo o hija.

Papá es el que cuida a la mamá desde el inicio del embarazo. El que acaricia en la panza materna la vida que va creciendo, despacito primero, y más visible después.

Papá es quién transmite también el calor piel a piel ayudando a dormir al bebé, el que le cambia los pañales, el que con un canto susurrado le serena en las noches de tormentas.

Papá es el que con mano firme estimula y alienta a dar los primeros pasos, y anima ante las caídas para levantarse y volver a empezar.

Papá es el que juega, lee cuentos, abraza y besa para enseñar cómo se ama y se es amado. Es el que acompaña en los deportes estimulando la integración grupal por encima de los resultados competitivos.

Papá es el que en la adolescencia fija pautas, establece límites y ayuda a encaminar la fuerza vital arrolladora. Es el que no abandona y de la mano nos pone ante la realidad. No nos engaña ni permite que otros lo hagan.

Papá es el que se juega por la familia, el que la protege, el que cuida.

Es el que da seguridad en uno mismo.

El que ayuda a crecer en la cultura del trabajo y del amor a la vida.

Muchas gracias por tu vocación. Rezo por vos y todos los papás en su día».